A veces vienen fantasmas , que se acuestan conmigo, y me hacen el amor y se quedan tan pampanelos, volando o disolviéndose , no se que forma tienen de desaparecer. Pero me tienen abandonada, porque luego no vienen a tomarse una caña conmigo. Y es que en esta realidad, estoy sola.
Los vivos son patéticos, tienen manos y cabeza y boca , pero sueñan tan en vivo y en tan muerto, son sus palabras tan cortas, tan sin vida, que me quedo con los que no estan, ellos se adentran en mi , como Pedro por su casa y me cogen en brazos y danzan con mi alma de niña, me acarician la frente, y saben y reconocen todas mis penas, acudiendo cuando el corazón pincha, a desclavar alfileres, con sus besos directos.
Uno de ellos esta vivo, es medio fantasma, y me acompaña día a día, me gusta mucho, tenemos una relación idílica, que no sabe de caracteres, ni de cotidianidades, esta limpia de eso, pero a este si que me lo comería, empezaría por su frente que piensa tanto, para ponerla tranquila, me adentraría en sus ojos para sacarles el entendimiento, daría mi tiempo escurridizo y ausente para conquistarlo, para instarlo a mi cuerpo, pero es un pez, y yo lo dejo nadar, me gusta verlo libre, su presencia me hace libre a mi también.
Al principio de tu relato me invadía la tristeza, pero luego explicas lo de tu amor en libertad y su compañía. Un amor idílico.....
ResponderEliminary me ha parecido una preciosa manera de explicarlo.
una lluvia de besos dulce Oropéndola.
Hola guapa es verdad, hay muchos hombres viviendo en mi. Muchas gracias , muchos besos.
ResponderEliminarFantasmas y un pez.
ResponderEliminarPara qué quieres más.
Todo lo demás es problemático.
Disfruta de ese paraíso emocional.
Besos.
Gracias por visitarme, toro salvaje. Lo haré
ResponderEliminarUn beso